Jardín Japonés

Nota Revista Jardín

arquitectura-inomataEl dominio de las líneas curvas y de la asimetría como criterio reinante responde a la búsqueda del equilibrio entre las formas originales y el amplio vacío. Los materiales rústicos acompañan esta concepción simple del espacio que transmite paz y recogimiento, que respeta el paisaje natural y los símbolos de la filosofía Zen. Así, los elementos básicos de la naturaleza, como el agua, las piedras y las plantas, se vuelven protagonistas del diseño y exceden su valor meramente decorativo.

El agua en sí representa una fuente de vida y es el símbolo de la riqueza. Este elemento fundamental puede presentarse en forma de lagos o cascadas. Los primeros siguen el modelo natural o se estructuran según caracteres de la escritura china. En cuanto a las cascadas, se prefiere la orientación este-oeste ya que, según la mitología china, en el lado occidental habitaba el mal y en el lado oriental, el bien.

Pequeñas obras de arte 
Las piedras merecen un capítulo aparte. En la construcción de jardines japoneses, las rocas –asociadas con la eternidad– se incorporan como un elemento básico que perdura a través del tiempo sin requerir mantenimiento alguno. Se valoran las formas extrañas resultantes de la erosión del agua y del viento y se las ubica, en general, semienterradas. Antiguamente, ubicar las piedras era una práctica condicionada por ciertas creencias supersticiosas. Entonces, para evitar que espíritus o demonios invadieran la tranquilidad de las familias, había reglas que debían ser estrictamente respetadas. A partir del siglo XIX, las piedras comenzaron a colocarse de acuerdo con principios del arte abstracto.

La tendencia natural de una roca indicará si es vertical (TATE-ISHI), horizontal (SHOKO-ISHI), delgada y plana (HIPA-ISHI). Un grupo de tres, ubicadas de manera estética, forman un ISHI-GUMI básico y simbolizan: el cielo, la más alta; la tierra; el hombre, la más chica. Así, se representa, mediante elementos simples, todo un microcosmos (arte abstracto).

Los diseños de los caminos de piedras en los jardines japoneses están basados en fenómenos de la naturaleza y sirven para guiar al caminante mientras cumplen una función ornamental. Una vez más, dominan las líneas curvas. La separación de 10 centímetros entre piedras se debe a que el kimono, atuendo característico de Japón, no permite dar largos pasos.

Como símbolo de bienvenida encontramos diferentes tipos de faroles tallados en granito. Antes, eran ubicados cerca de los senderos que conducían a los templos y, de esta manera, funcionaban como “guías” en el camino hacia el paraíso. Asimismo, como símbolo de la pureza religiosa, se acostumbraba colocar grava en ciertos lugares de los jardines y a dibujar motivos sobre ella.

Paseo y contemplación 
En cada rincón del jardín puede percibirse el espíritu japonés, respetuoso y amante de la naturaleza. Cada pieza de este gran rompecabezas ocupa un lugar especial.

Los puentes cumplen la función de unir diferentes puntos y de permitir recorridos que regalan otras visiones posibles. Como por ejemplo el puente curvo, por el que se accede a la Isla de los Dioses. Pero también encontramos puentes que encierran historias y tradiciones, como el Yatsu-Bashi (o de las decisiones) que otorga tres oportunidades para meditar (tramos rectos y largos) antes de tomar resoluciones importantes.

En la Isla de los Dioses residen las divinidades. En ella encontramos una pagoda en cuya base se observa la figura de Buda. La cascada que se encuentra en la isla simboliza las distintas etapas de la vida. La naciente representa la juventud mientras que las ondulaciones, las experiencias acumuladas. Por último, encontramos el reposo de la vejez y la sabiduría. Las coníferas de este sector también tienen una razón o símbolo: con su madera se hace tanto la cuna como el ataúd al final de nuestras vidas.

La Casa de Té, de dos plantas, brinda al público un lugar de descanso y de reunión. A la derecha se halla una representación abstracta que parece un gran damero: los cuadrados de césped se intercalan con baldosones.

Hacia el final del jardín se encuentran el muelle y la glorieta, lugares que, para los japoneses, invitan a un examen de conciencia para evaluar el año en sus aspectos positivos y negativos. En el centro del último lago aparecen dos islas unidas por un puente de piedra. Ellas representan el deseo de alcanzar la juventud eterna y la longevidad.

Rocas, islas, cascadas y quietos lagos, costas, glorietas y coloridos puentes, en cada elemento y en su ubicación puede encontrarse una razón de ser, un signo, un refugio para la contemplación. Los diferentes verdes se intercalan con el resto de los colores de la naturaleza en una composición armónica que también logra transmitir la paz que puebla este gran jardín.

Fotos: Ángela Copello
Agradecemos la colaboración de El Jardín Japonés

 http://www.revistajardin.com.ar/nota.asp?nota_id=1172936&pid=7305254&toi=6288

http://blog.darioalvarez.net/tag/yasuo-inomata/

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